Continuamos nuestra ruta hacia el suroeste de Bretaña, por pueblos que nos llamaron mucho la atención. Es una tierra de
historia, de antiguos puertos y de pueblos de interior que los habitantes han restaurado a su belleza original. Acantilados que se vuelcan sobre el mar, paisajes que
aparecen y desaparecen con las mareas...
El pueblo gira en torno al Castillo, originalmente una fortaleza, ha ido ampliándose hasta convertirse en castillo. Es privado y pertenece a la familia Rohan. Cuesta 8,50€ y sólo se visita la planta baja.
Calles adoquinadas, tiendas pintorescas y mercados regulares donde podemos aprovechar para comprar quesos, embutidos o vino.
Invita a emprender
un viaje por el tiempo con sus murallas, el castillo ya convertido en palacete y sus casas y rincones antiguos. La
ciudad se engalana de flores durante todo el año. A lo largo de sus calles se encuentran mansiones de los siglos XVI y XVII, la lonja, la iglesia románica y gótica Notre-Dame-de-la-Tronchaye, el pozo, torrecillas, entramados de madera... todo un pasado recompuesto.
Cuenta con gran cantidad de Galerías de artistas y tienditas artesanales. Es famoso por sus variedades de galletas, se puede ver cómo las realizan artesanalmente a mano.
Rincón del lavadero de la época medieval.
Vannes
Una ciudad situada en el centro del Golfo Morbihan con 2 caras: una con aire costero y otra con aire medieval y clásico. La plaza Gambetta tiene una gran animación de ciudad costera, al travesar el pórtico de piedra y cruzar la puerta de San Vicente aparece una calle bordeada de edificios del siglo XVII, alrededor de la plaza Des Lices en la que se desarrollaban los torneos en la Edad Media, hay palacetes que se codean con casas medievales de
entramado de madera.
Durante
la Segunda Guerra Mundial tuvo la gran suerte de nos ser considerado lugar
estratégico y por este motivo se salvó de la destrucción, gracias a
ello conserva el casco antiguo intacto.
La
catedral es una pequeña joya del renacimiento, en ella está enterrado San Vicente Ferrer, el valenciano que
luchó contra el cisma de los tres papas. Actualmente, los fosos de las murallas son preciosos jardines de estilo francés, con torres y puertas que se suceden en armonía. Anexos a las fortificaciones, los lavaderos cubiertos de pizarra asoman al río Marle.
Fuera de las murallas, la ciudad se convierte en avenidas arboladas como el paseo de la Rabine que conduce al Acuario Oceanográfico y al
Jardín de las Mariposas. Podrás encontrar tiendas multimarca con
ropa de diseñadores franceses (Moschino o Jean Paul Gaultier) o
marcas de ropa francesa (Petit Bateau), estas últimas, cerca de la
Catedral Saint Pierre.
Tendrás que llegar hasta el
final del pueblo para encontrarte con el mar, es un lugar muy tranquilo para
poder pasear por la playa, desde aquí puedes coger los barcos que te llevan a La Belle-Ile-en-Mer, es un trayecto aproximado de 45 minutos, consulta las tarifas en www.smn-navigation.fr.
Antes de salir del pueblo, pásate por el local de La Belle-Iloise (10
Rue de Kervozès), está dedicado a la venta de sardinas en conserva, merece
mucho la pena ver el diseño de las latas.
Carnac
Sus 4
kilómetros de alineamientos megalíticos son el gran atractivo de esta población. Estos monolitos los podrás encontrar al lado de la
carretera.
Un pueblo que conserva el encanto de pueblo pintoresco y puerto medieval, Saint Goustan, en el fondo de la ria. Ambos han sabido superar los siglos
conservando sus callejuelas adoquinadas, el puente de piedra, las casas
medievales y sus dinámicos muelles. El
puerto, con su posición estratégica, se enriqueció en la Edad Media con los
impuestos que pagaban los barcos a su paso. En los siglos XVI y XVII, el
tráfico de vino y cereales lo convirtió en el tercer puerto bretón. Algunos
recuerdos siguen grabados en las losas de granito: Benjamín Franklin atracó
aquí en 1776 para tener una audiencia con Luis XVI.
Una intensa vida portuaria, primer puerto atunero de Europa, está grabada en los más de 200 barcos de pesca que
animan los muelles y la subasta que empieza a las 6.30 de la mañana, podemos ver mucha variedad de pescado en el mercado.
Las playas de arena fina y el puerto deportivo
son lugares ideales para actividades náuticas y de recreo. Su pasado costero y de plaza fuerte se lee en sus
gruesas murallas del siglo XIV.
La ciudad amurallada, la ville-close, es
uno de los lugares más visitados, se trata de un islote donde la arteria principal, la calle Vauban, está rodeada
de casas maravillosas con carteles a tono con la época de la ciudadela. Y no te
olvides de admirar la bonita fuente de la plaza de Saint-Guénolé.
Recomendamos ver el museo de pesca, es super entretenido.
Locronan
Un pueblo de piedra donde en el siglo XI, San Ronan cristianizó el asentimiento y fundó la ciudad. Locronan ganó en riqueza y belleza a partir del siglo XIV, gracias al textil para velas. El comercio establecido con todas las grandes flotas creó fortunas y armoniosas casas de granito. Las fachadas permanecen fieles a sus orígenes.
Para comer
En cualquier pueblo vamos a encontrar creperies, restaurantes y pequeños locales donde se sirve algo de comer. El plato por excelencia son las crêpes o galettes por 6 u 8€. Las galettes, a base de harina de trigo negro, se
prestan a todos los acompañamientos, a menudo salados (jamón, queso,
champiñones…) y las crêpes, a base de harina candeal, suelen servirse dulces con un poco de mantequilla salada derretida, miel o mermelada y acompañadas
con helado, para beber sidra con pequeñas burbujas y algo más dulce de la que conocemos, se bebe en unas tazas con dos asas a los costados llamadas bolée.
Mariscos, frutos del mar y
pescados: Coquille Saint-Jacques (vieira), Homard bretón, los mejillones acompañados de patatas fritas, la raya con mantequilla…
Las carnes: Kig-ha-farz, significa literalmente, carne y relleno y es el plato tradicional bretón por excelencia, parecido a un cocido de verduras cortadas, trozos de carne de cerdo y pasta de far que se mete en un saco de tela metido en agua para que conserve cierta consistencia.
El cordero salado, Agneau
Pré-salé, tiene una carne muy tierna y un sabor
completamente particular.
En cuanto a los quesos: El Brie, Camembert, el Livarot de punzante olor de heno, el Pont l’Eveque, particularmente sabroso.
Los postres: flan bretón, pastel bretón, Kouign amann que es un pastel rico en mantequilla salada, una de las especialidades
gastronómicas más famosas de Bretaña por su originalidad y sabor.
Para dormir
Hay una extensísima variedad de alojamiento, desde casas que se alquilan por periodos cortos a partir de una semana http://www.gites-de-france.com/
Hoteles acogedores tipo Chambres d'hôtes, el equivalente francés al Bed & Breakfast.
Y nos encantan los Longis de France, esos hoteles románticos y con encanto. http://www.secretplaces.es/hotels/francia/bretana/
Puedes ver la Escapada a pueblos de Bretaña 1ª parte que realizamos por el norte de Bretaña.