La primera en dar el pistoletazo de salida a
las novedades ha sido Fashion Week Madrid estrenando pasarela y nombre -antes era Cibeles- patrocinado
por Mercedes-Benz. Diseños más o menos iguales, colores monótonos... eso
sí, de vez en cuando salta algún diseñador que te pone las pilas y dices...
ufff. Modelos casi arquitectónicos, sencillos, jugando con gasas, y con colores
amarillos, negros y grises. Los años veinte es lo que ha inspirado en las colecciones
las reinterpretaciones de la década, son tan variadas como los creadores que las ejecutan. Al fin de cuentas, lo que viene es el estilo working girl transparente y los bolsos de pvc.
Amaya Arzuaga, que trata los volúmenes
como nadie. Vestidos delicados, tipo baby-doll con mucho volúmen pero sin
resultar recargado. Fascinante colección,
aunque ya se sabe que en esto de las colecciones,para gusto los colores.
Ana Locking, con sus prendas de cortes rectos nos traslada a los felices años 20 y el Crack de 1929 creando una silueta recta. La intención de esta diseñadora es trasladar al momento en que la Gran Depresión marcó la moda y demostrar que existe un paralelismo con el presente.
Andrés Sardá, consigue crear esa exquisitez y femineidad de lencería sexy con un puntito de locura, con sus espectaculares propuestas, transparencias, encajes, puntillas y flecos como detalles más repetidos. Diseños sólo aptos para cardíacos. Transparentes bodys, bragas de cintura alta y el balconette push-up son piezas que se corresponden con diferentes épocas anteriores. Y es que las modas vuelven hasta en ropa íntima.
David
Delfín, presencia absoluta del negro, vestidos
simétricos con cremalleras oro y cinturones, faldas topo de lana altísimas
de talle y entubadas con blusas de cuello cisne y manga francesa.
Comentar de este diseñador que la
actriz Eva Hache al comienzo de la ceremonia de los premios Goya recientemente,
lució un vestido negro que simulaba un esmoquin, diseñado por David Delfín.
Sita Murt, nos presentó prendas
sencillas y cómodas donde el punto ha sido el principal protagonista tanto en vestidos, chaquetas o abrigos,
destacando los tonos tierra, grises y azul marino. Pero el punto de color, lo
ponían los tacones flúor de los
zapatos que lucían las modelos, que reinterpretaban las típicas Merceditas o
bailarinas.
Francis
Montesinos, a caballo entre la tradición y la innovación,
Montesinos presentó prendas muy cómodas en las que el color estuvo muy presente y que,
por cierto, viste al hombre de forma muy original, y a la mujer muy femenina.
Ágata Ruiz de la Prada, coqueta y divertida a ritmo de disco inferno apuesta para el día prendas de neopreno, punto y algodón con corazones y topos, típicos códigos de la marca.
Teresa Helbig, ganadora del Premio L’Oréal a la mejor colección de la temporada. La catalana nos mostró una propuesta inspirada en el jazz llena de audacia, mezclando vestidos flappers con botas cowboy y piezas de cuero.
Roberto Verino, propuso un fondo de
armario elegante, de calidad muy
funcional con cortes clásicos; gabardinas y complementos transparentes y
plastificadas, cuya intención es provocar efectos velados.
Jesús del Pozo, ésta vez sus mujeres
han viajado hasta los desiertos más solitarios y, como nómadas, se han envuelto
en capas y capas de gruesa lana combinadas con suaves gasas. Para la noche,
suntuosos vestidos de sirena cubiertos de lentejuelas, originaron siluetas
hermosas como las chaquetas quimono con hilos dorados.
Duyos, lo suyo es un viaje en el tiempo. Nos trae las
siluetas longilíneas de épocas pasadas bajo una lente particular. El fluir de
la seda, gasas, plisados, y escotes a la espalda.
Victorio&Lucchino, los sevillanos quisieron reivindicar
la costura y el buen hacer de este oficio de tijeras y de aguja con un desfile
palaciego, sofisticado y lujoso, realzado con el uso de pieles para vestir
bolsillos, cuellos y puños. Destacaron los abrigos que se muestran en
diferentes versiones, desde los opacos realizados en terciopelos a los transparentes
de encaje bordado, sin olvidar otros más aristocráticos realizados en telas
adamascadas.