¿Sabías que... Christine Granville fue el mejor espía que tuvieron los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y la primera mujer espía del SOE, el servicio de inteligencia británico?
Apasionada amante de la libertad, aventurera intrépida, valiente, sagaz, bella y enigmática, maestra del engaño y la manipulación, sus habilidades, su arrojo, su coraje, su estilo, su mirada y su sonrisa hicieron de ella la más exitosa de los espías de la II Guerra Mundial. Superó con creces a la legendaria Mata-Hari y obtuvo el respeto y la admiración de sus coetáneos.
Christine Granville fue Krystyna Skarbek, nacida en 1915 en Varsovia, Polonia, hija de un disoluto conde y de una judía descendiente de banqueros. Tuvo una exquisita educación, dominaba varios idiomas, era una excelente amazona y experta esquiadora, fue una mujer muy bella, ganadora de un concurso de belleza y durante su vida encandiló a muchos hombres. Su primer matrimonio duró dos años.
Una vida aristocrática interrumpida a los 22 años, tras el crack financiero de su familia estuvo trabajando en una fábrica de Fiat, pero el humo de los coches le provocó una afección pulmonar y lo abandonó.
Con 30 años y su segundo marido, el ucraniano Jerzy Gizcki, se trasladó a vivir a Adis Abeba, Jerzy había sido nombrado Cónsul de Polonia, lo que les salvó del exterminio pues al año siguiente, en 1939, los alemanes invadieron Polonia desencadenando la Segunda Guerra Mundial.
A través de Kenia la pareja llegó hasta Londres, con el objetivo de unirse a la lucha por la libertad en su país. Fueron reclutados por el Special Operations Executive (SOE) creado por Winston Churchill para combatir el nazismo en Inglaterra y Francia. Y entonces Krystyna se convirtió en Christine Granville.
Y a partir de entonces comienza la trepidante aventura de su vida, plagada de anécdotas e intrigas en un agresivo y violento mundo de hombres en el que ella supo lidiar con firmeza y valentía, cumpliendo así con todos los objetivos.
Cruzó los Cárpatos esquiando para infiltrarse en Polonia desde Hungría, sobornó a militares alemanes, aterrizó en paracaídas sobre la Francia ocupada, organizó grupos de resistencia y sabotaje a los nazis en Alemania, engañó a un oficial de la Gestapo para introducir propaganda británica en Polonia, fingiendo que el paquete contenía té para su madre enferma y con su encantadora sonrisa y su belleza consiguió que el oficial la ayudara a cruzar la frontera.
En 1941 fue capturada junto a su amigo y amante, el oficial polaco Andrzej Kowerski, estaban a punto de ser torturados pero ella se mordió la lengua tan fuerte que sangró, dijo que tenía tuberculosis y tras una radiografía de sus pulmones dañados por la afección pulmonar, les dejaron marchar por miedo a contraer la enfermedad.
En 1944 consiguió rescatar a tres agentes aliados clave que iban a ser fusilados tras ser detenidos en un falso convoy humanitario. En pocas horas consiguió que el comandante alemán les liberase, aprovechándose de su profundo conocimiento del frente de batalla: "Sí aceptas, tu vida y la de tus tropas será respetada cuando lleguen los aliados. Sí los tres prisioneros o yo sufrimos el menor daño, todos los alemanes de esta prisión, con usted al frente, serán ahorcados tan pronto sea ocupado este país", le dijo. Nada ni nadie se le resistía, ni siquiera los animales, es conocida la anécdota en la que una patrulla alemana asignó un perro para seguir el rastro de la espía, el animal se pasó inmediatamente al bando aliado en las faldas de Christine y jamás volvió con los alemanes.
Conocida también por Jacquelin Armand o Madame Pauline, su irresistible atractivo causó verdaderos estragos entre los hombres, llegando uno de sus amantes a dispararse y lanzarse a las heladas aguas del Danubio desesperado por ella. Numerosos agentes fueron sus amantes fugaces. Era la espía favorita de Churchill, a quien le apasionaban las hazañas de Christine. Ian Fleming atraído por su historia, al parecer se inspiró en ella para crear a sus chicas Bond.
Fue condecorada por Gran Bretaña, recibiendo la George Medal y nombrada oficial de la Orden del Imperio Británico y por parte de Francia recibió la Croix de Guerre. Pero al acabar la guerra todos la olvidaron tan rápido como Polonia, donde no pudo volver. Gran Bretaña tan ingratamente la abandonó a su suerte despidiéndola de su trabajo, tras haber demostrado su gran valor y arriesgado su vida en numerosas ocasiones. Ahora se veía reducida a trabajar como camarera, azafata de cruceros... en un mundo más difícil aún que el campo de batalla. Había iniciado una nueva relación con Andrezj Koweski, su antiguo amigo y amante, quien le propuso matrimonio y ella finalmente había aceptado.
Y sería uno de sus amantes, Dennis Muldowney, quien obsesionado por su rechazo, el 15 de junio de 1952, tras esconderse en el Shelbourne Hotel esperándola, sesgaría su vida de un navajazo en el corazón. "Matar es la última posesión" fueron sus palabras antes de ser ahorcado. Su muerte se hizo mundialmente famosa, lo que contribuyó a convertirla en una leyenda.
En 1971 el Shelbourne Hotel cambió de administración, se limpiaron los almacenes y aparecieron objetos de Christine Granville que habían sido relegados al olvido, entre ellos, su cuchillo de comando, su inalámbrico del SOE y un retrato al óleo de ella, con collar de perlas y su anillo de sello Skarbek. Hoy, el retrato está expuesto en el Instituto Polaco y Museo Sikorski de Londres.
Triste e inmerecido final para tan increíble mujer.
Triste e inmerecido final para tan increíble mujer.