¿Sabías que... desde los tiempos de Mesopotamia y la antigua Grecia el hombre destila líquidos? Aunque la destilación de alcohol no tendrá lugar hasta el siglo XIII en Italia, como aqua vitae o agua de la vida y con fines medicinales.
El primer registro del destilado de cebada y centeno se remontan a los celtas y lo consideraban un regalo de los dioses, ya en el siglo VI se elaboraba en la abadía de Glendalough, Irlanda. Las primeras referencias escritas del whisky datan de 1405 en Irlanda, donde era elaborado por los monjes y de ahí llevado a Escocia por los monjes cristianos, hay referencias escritas que datan de 1494. Se mantuvo dentro del ámbito monástico, siendo usada el aqua vitae para evitar infecciones.
El whisky sobrevivió a los impuestos ingleses y fue exportado a los recién constituidos Estados Unidos en donde llegó a ser moneda de cambio.
En 1820, con sólo 15 años, John Walker comenzó lo que hoy es una gran dinastía, se hizo cargo del negocio familiar, un almacén de granos, vinos y whisky escocés situado en Ayrshire, Escocia. John era conocido por hacer las mejores mezclas de té y aplicó los mismos principios para elaborar whisky, obteniendo así un sabor refinado que lo diferenciaba de los demás. Originalmente conocido como Walker's Kilmarnock Whisky, la marca se convirtió en popular sólo después de su muerte en 1857 cuando su hijo Alexander Walker y su nieto Alexander Walker II establecieron la marca como una de los más populares en Escocia, a partir de 1906 y así hasta nuestros días con la sola excepción del parón en la producción por causa de la 1ª Guerra Mundial. Es la primera marca global y la más vendida, pues no hay lugar al que el logo del caminante no haya llegado, sin duda, debe su fama al tesón familiar y a sus más de dos siglos de esfuerzo y superación, aprovechando cada herramienta que la Revolución Industrial les brindó, consiguieron hacerse un nombre en su localidad, crecer dentro de Escocia y llegar a Inglaterra donde gracias al barco de vapor y a sus capitanes "premiados" por la marca que fueron sus mejores embajadores en cada puerto.
Tras formalizar su registro definitivo en 1877, el logotipo del caminante aparece en 1908 y en 1909 rebautizan sus botellas llamándolas por el color de su etiqueta, pues ya los clientes identificaban cada whisky por el color de su etiqueta.
La icónica botella rectangular que Alexander Walker diseñó a fines del siglo XIX, con la etiqueta cruzada en diagonal en la que prima el color en referencia al nombre del blend, quedará inmortalizada en 1915 por Sir Winston Churchill al incluirla en su cuadro Bottlescape. Esto, junto a ser el proveedor de la Casa Real en 1934, supone el gran espaldarazo de la marca.
De la mano del maestro destilador Jim Beveridgem, aparece en 1992 la etiqueta azul, Johnnie Walker Blue Label, la botella suprema que aglutina todo el sabor del whisky escocés en una única botella, un whisky de extremada suavidad que aúna el ahumado con el afrutado, consiguiendo una profundidad de sabor inalcanzable en un single malt.
Cuando Isabel II subía al trono allá por 1952, en las destilerías de John Walker & Sons guardaban unos cuantos litros de whisky pensando en el futuro. Y con ocasión del Jubileo de Diamantes de la reina al cumplir 60 años en el trono, ese whisky reservado ve la luz en el interior de estas botellas con forma de diamante, la joya correspondiente con el 60 aniversario. Una edición especial de super lujo limitada a 60 botellas que no es barata, cada botella con un precio de 100.000 libras, unos 120.000€ y acompañada de un particular decantador de 6 patas, una por cada década de reinado.
Hoy, el Whisky Johnnie Walker es una marca escocesa propiedad de Diageo producida en Kilmarnock, Condado de Ayrshire, Escocia. Es la marca de whisky más distribuida en el mundo, vendida en casi todos los países, con ventas anuales de unos 130 millones de botellas.